Quevedo

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PULSA SOBRE LA IMAGEN (GLOG)

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un cuento

De la lectura de los evangelios apócrifos, nuestro protagonista dedujo que el mundo se componía de dos verdades fundamentales: la primera, no hay esencia que por muy indescifrable que sea no acabe manifestándose en toda su inmensidad; segundo, bajo una repetición cíclica de hechos con similar contenido se repiten, bajo los auspicios de una filosofía catódica de bajo precio, eventos sociales, históricos y literarios. Correcto. El protagonista asume que ni dedicando cada segundo de su vida a la lectura se pondría al tanto de todo lo que se ha publicado y lo mucho que se ha dicho sobre nuestro mundo, bien entendido que en ningún momento se haría ninguna exclusión (desde el proceso de la reproducción de la rana ecuatoriana hasta las costumbres dietéticas del mandril entrarían en los hábitos de lectura). En suma, ante esta carencia temporal, decidió limitarse a estas lecturas y empezó una lista (y con ello termina abruptamente el cuento):
-Dos docenas de cuentos de Borges.
-La enciclopedia británica (no la wikipedia).
-Una antología de poesía británica decimonónica.
-Un centenar de kaikus.
-Varios cuentos ancenstrales keniatas.
-Una edición prologada de textos de la Generación perdida.
-La obra completa de Jorge Guillén.
-La obra completa de Bolaño.
-Un libro de Cela (lo tacha).
-UN..
Aburrido del trabajo, dejándolo a medias, se tomó un bollo y se fue a dormir. Para qué pensar si cansa. La felicidad no es hacer lo que quieres, si no querer lo que haces, dijo el sabio.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Amuleto

Amuleto de vida y gracia es la obra homónima de Bolaño. La madre de todos los poetas mejicanos, extraña apátrida de supuesta filiación uruguaya y de vínculos emocionales con el centro del continente doliente, se desdibuja al mismo compás que los reflejos acuosos de la luna en el baño de la facultad de Letras. Sus recuerdos en aquella pesarosa espera, mientras el ejército mancillaba la libertad universitaria que casi parecía intocable, se confunden en un remolino en el que el tiempo, como se dice en ráfagas fugaces pero certeras, no vale nada pese que a que quiere disfrazarse de valor a plomo: es difusa la aparición de la mujer en DF, y difusos son sus recuerdos entre migas de cristales rotos en los que se reflejan un León Felipe (más estampa del canon que carne viva), la fantasmagórica pintora catalana que por presencia incorpórea ya no nombramos, los vates en aspiración perpetua aunque sea en el sórdido mundo de la prostitución. Como la narradora deambulante y perdida, el lector se arrastra en la marea de recuerdos, confundidos en una saciedad extrema. Presente, pasado y futuro no importan, porque recordemos que el tiempo es un instumento endeble, y por ello mismo la madre de los poetas parece encarnarse en un tótem. AMULETO, la novela de Bolaño, es un goce de palabras, por la digna expansión de las descripciones tumultuosas: el mundo universitario, los aspirantes al trono de la literatura, los consagrados que pasean como sombras, el Méjico contradictorio y dolido, la vida que va y viene como esos párrafos que se dilatan. La leí hace tiempo; la leo de nuevo. Y pienso en la sombra de Bolaño, un cuerpo diluido demasiado pronto, y una huella que crece sin freno.

martes, 6 de septiembre de 2011

Lecturas del tiempo perdido

Dejo las líneas de un texto muy propio para época vacacional, que en alguna parte he visto catalogada como “picaresco” o novela de aprendizaje (no osaron usar bildungsroman, menos mal). Me refiero a Botchan, de Soseki. Será deformación profesional, será un sentimiento difuso de que forma parte de la condición de profesor recibir palos por doquier mientras todo el mundo cree que eres un privilegiado, será que en el fondo nos gusta leer algo que nos escandaliza porque pudiera ser, o porque no es y no nos ha pasado. El buen protagonista tiene el mérito de la supervivencia; tiene además la gracia de nacer en una novela donde uno no tiene que dejarse la mitad de la neurona que le queda para entender algo. Se añade como añadidura la estampa de un Japón de provincias anquilosado que repite los esquemas de miles de sitios más de este nuestro pequeño y viciado mundo. Y el regusto final de la venganza… Lo que me ha gustado. Porque hoy quería hablar de ello, del placer de una buena degustación, y no de narradores homodiegéticos, ni narración lineal, ni prolepsis ni nada por el estilo. Nota a pie: El personaje de la criada, singular y tierno, lo dejo en un rincón de mis pasajes preferidos. Y ahora que estoy releyendo a Bolaño cualquier día os cuento también algo de este genio todavía no suficientemente reconocido. Me da por ahí. Con vuestro permiso (hablo demasiado conmigo mismo, debo corregirme).

viernes, 2 de septiembre de 2011

No es país para timos

En ciertas ocasiones, numerosos sectores comerciales se empeñan en tratarnos como idiotas. Lo hacen avituallando concienzudamente a la prensa, conchabándose asimismo con tres críticos que edifican su prestigio bajo la sombra de una publicación de amplia tirada, y orquestando en suma el soniquete chirriante de la publicidad insidiosa y continua. De tal mejunje intragable solamente puede surgir como parece evidente un engendro que alimenta a su mascota: la alegre y paralítica estulticia. Un servidor, pagado a veces con recuerdos de una ya lejana infancia, tuvo la ocurrencia de martirizarse y martirizar a su inocente familia con un prometedor visionado: el estreno de esa COSA llamada SUPER 8, vendida como un homenaje dignoy eficaz a películas comerciales pero efectivas que recrearon nuestras almas de niños inocentes (quién diría que lo éramos) décadas atrás. Esas películas de mensaje bonachón y final bienpensante y constructivo que hubiesen gustado a La Fontaine y desquiciado a Maturin. Craso error, craso erro, diría un conocido mío. Aburrida, predecible, groseramente hollywodiense (el uso y abuso de efectos especiales, no por común en nuestro pan diario, deja de resultar menos vomitivo). Las marionetas de los personajes, un grupo de amigos de corazón puro y espírito aventurero, en un mundo en el que en bien prosperará inevitablemente contra un mal irredento, resultan tan predecibles como mal construidas: chico quiere a chica, que es sorpresivamente también querida por otro amigo, y chicos y chica miran al mundo de adultos que se odian para al cabo ser amigos. El monstruo- alien es un pobre bicho de buen corazón al que le han hecho pupa, por cierto. Eso sí: su bondad no impide cierta pestilencia corporal, como sin duda demuestra la huida misteriosa de todos los perros del pueblo. Asimétricamente construida (pasa de todo y no pasa nada), nos agota sin olvidar salpicarnos de incongruencias varias (explicaciones intragables, espectaculares accidentes con supervivientes inexplicables, basura visual que no lleva a ninguna parte). En suma: una tremenda estafa de mano de unos que dicen que saben algo de cine. Ya sé que pensáis: tragamos lo que buscamos (si hubiese frecuentado a Cukor o Wilder, no pasaría eso). Pero a veces, no sé por qué, nos da por hacer el tonto. Por cierto, el verano bien, gracias.