Quevedo

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PULSA SOBRE LA IMAGEN (GLOG)

lunes, 26 de agosto de 2013

Lánguido ocaso del verano

El lánguido ocaso del verano nos envenena un agosto más. Dejamos de lado las tardes somnolientas con una buena lectura. Este estío han sido muchas las páginas que han enganchado el interés de este pobre lector: Ayer no más, Años lentos, Rabos de lagartija, Las leyes de la frontera, Intemperie... En algún caso, hemos descubierto alguna bien orquestada, sibilinamente ofertada, propuesta de mercadotecnica, con el caso de la sobredimensionada Intemperie: una obra bien escrita, a ratos, pero fatalmente infeccionada de un empeño de resultar truculenta con imágenes artificiales y a ratos forzadas, con un estilo también que busca mi camino. Prefiero, mejor, a Trapiello y su profesor universitario que lleva la verdad por delante, aunque suponga el atropello desquiciado de todo aquel que en algún momento sostuvo un hilo de su desiquilibrada vida. Lo prefiero, porque va de frente: una obra que ameniza, que entretiene, que se sostiene pese a algún personaje rayante en el histrionimos, porque al fin y al cabo muestra sus cartas como escritor solvente para todos. En fin, me quedo con Las lágrimas de san Lorenzo de Llamazares y su absorbente sabor de melancolía que envuelvea la efímera permanencia de las cosas. Feliz fin de verano.