Castigarmientendimiento: verso satírico de Francisco de Quevedo. Bienvenidos a Castigarmientendimiento, un lugar para que la razón no sufra (si es que esto se ha mal entendido), sino que se flexibilice (si es posible). Se ofrecerá con ello alguna reflexión sobre el arte de escribir, la condición contradictoria del escribiente y la labor imprescindible y crítica del lector. Se suman materiales complementarios para escolares.
sábado, 7 de mayo de 2011
Pereza
Los Vedas duermen en un cajón. El Mahabarata se ha ido de vacaciones (no digamos ya el Ramayana). Esquilo, Sóflocles y Eurípides suenan a monólogo del club de la comedia. Petronio yace en el olvido, Suetonio se mustia en un estante, Horacio languidece en los libros de texto. Qué importa María de Francia, ni Chrétien, ni los dichosos Nibelungos. Qué más da Marlowe, o de Sanctis, o la Fayette, o Corneille. Ha muerto Jones, Fielding parece el nombre de una telecomedia americana; ya son víctimas de la más pútrida descomposición los señores Maupassant, Zola, Dickens. Ay, que se los lleve el viento, que el viento barra a Whitman, a Dickinson, a Dos Passos, a Sartre, a Simenon, a Yourcenar, a Williams, a Artaud, a Beckett... Que mueran todos en listas de nombres, en libros de texto. Qué cosa leer a los muertos, porque como muertos forman parte de un pasado inútil, piensan algunos (¿muchos?). Ay, leer, qué cansado y peligroso a la vez; qué angustioso y pesado tener que pensar, aunque solamente sea un rato. Mejor pan y circo. Y a desconectar.