Castigarmientendimiento: verso satírico de Francisco de Quevedo. Bienvenidos a Castigarmientendimiento, un lugar para que la razón no sufra (si es que esto se ha mal entendido), sino que se flexibilice (si es posible). Se ofrecerá con ello alguna reflexión sobre el arte de escribir, la condición contradictoria del escribiente y la labor imprescindible y crítica del lector. Se suman materiales complementarios para escolares.
miércoles, 9 de marzo de 2011
"Entre el relativismo de Feyerabend y el racionalismo de Lakatos"
Destramatizando en este contexto deprimente, a ratos vomitivo (digamos asqueroso), que nos está tocando vivir, recordemos que todo es relativo. Nos sonríe una conquista en una barra de un bar, una sonrisa que nos dice que ella es el objeto precioso que nos hemos ganado, una sonrisa que ella maquina embebecida en la estupidez del rostro del conquistador. Relativo. También es relativa la visión que podemos tener de eso que llaman economía, que nos venden como el solar moderno de la sociedad democrática y liberal, escondiendo en sus extrañas un conglomerado de explotación, maquinaciones de elites corruptas, miserias de conciliábulos y alianzas interesadas e hipocresías políticas que suben el euribor para salvar (realmente, sobreenriquecer) a los bancos que nos explotan. Hablando relativamente, pensando en los mundos posibles en un solo mundo a la manera orteguiana, se puede decir que robar no necesariamente robo es para el que lo practica, sino “usufructo parcial de bienes infrautilizados” por individuos que (por no ser consanguíneos, o precisamente por serlo) son de importancia más bien poca. En el mismo juego, el tratante de seres humanos se contempla como servidor de insignificantes meretrices, o el que practica estrupo como practicante del amor libre. Así, la aberración pasa a ser juego de niños, para mayor solaz de perversos, prevaricadores, genios de la estafa y miserables varios; pero… ¿no los llamamos así, precisamente, acogidos a nuestra relatividad cultural, que hace diferente pero aburridamente repetitiva a nuestra cultura y a las normas que aceptamos como válidas? En el ejemplo académico ideal de relativismo lingüístico, el del esquimal que puede percibir múltiples matices en el color de la nieve, vemos el sueño de miles de mundos en un mundo. Quizás, con el constructivismo cultural, debamos proclamar la muerte de la epistemología y de las verdades absolutas, que tanta seguridad dan pero que tantas grietas soportan. Entre el Feyerabend relativista y el Lakatos racionalista debe haber una realidad (¿existe la realidad?, ¿qué es realidad?, ¿en realidad estoy escribiendo esto?) asequible. Puede que el Programa Radical de Bloor nos ayude, desterrando valores universales para dar paso a la esencia y particularidad de cada cultura (propuesta atrayente, si no fuese porque todos cojeamos de lo mismo). En mi sueño de la razón (otra imagen manida) voy a mascar los tres mundos de Popper (el propiamente físico, el de los estados de conciencia, y el de los contenidos de pensamiento objetivo en los ideogramas artísticos y científicos). Si saco algo en limpio, os aviso. De momento, me voy a tomar un café, el acto menos relativo de toda esta elucubración. Eso sí: ¿descafeinado?, ¿con leche?, ¿con crema?, ¿una nube esponjosa?, ¿con un poco de chocolate?, ¿colombiano? En fin…