Quevedo

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PULSA SOBRE LA IMAGEN (GLOG)

miércoles, 23 de marzo de 2011

Libertad creadora, a poder ser

El creador asume un compromiso tácito con lo que le rodea, aunque sea bajo la apariencia de una rebeldía ácrata que esconde en realidad un compromiso con una pose propia (en oropeles de autoafirmación). En ese diálogo endogámico con el entorno el artista no debe permanecer indiferente ante las sinrazones de su sociedad. La literatura, en este sentido, supone una labor de rememoración constante, de asunción de la tradición y de búsqueda de nuevos lenguajes, y esencialmente de construcción de nuevos caminos en la manera de entender el arte. Digo literatura como compromiso que no debe confudirse meramente con literatura social o beligerante, teñida en la versión más pésima de prosaísmo intrascendente, sino como literatura concebida como ejercicio de libertad y defensa del principio de crear lo que venga al antojo (sea por mera recreación estética, por una cuestión crematística o tal vez un juego azaroso e intrascendental). La literatura, así, asume una dignidad inalienable, frente a la persecución de los totalitarismos represores, de los editores abotargados y de un mundo globalizado en el que ser igual y mostrar lo idéntico que se es gracias a redes sociales y demás artificios está premiado significativamente. Porque entonces al decir que la palabra debe estallar, reventar en mil sílabas cargadas de futuro, no tendremos una metáfora convencional y al uso, sino un gimnástico ejercicio de libertad creadora.