Quevedo

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miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un cuento

De la lectura de los evangelios apócrifos, nuestro protagonista dedujo que el mundo se componía de dos verdades fundamentales: la primera, no hay esencia que por muy indescifrable que sea no acabe manifestándose en toda su inmensidad; segundo, bajo una repetición cíclica de hechos con similar contenido se repiten, bajo los auspicios de una filosofía catódica de bajo precio, eventos sociales, históricos y literarios. Correcto. El protagonista asume que ni dedicando cada segundo de su vida a la lectura se pondría al tanto de todo lo que se ha publicado y lo mucho que se ha dicho sobre nuestro mundo, bien entendido que en ningún momento se haría ninguna exclusión (desde el proceso de la reproducción de la rana ecuatoriana hasta las costumbres dietéticas del mandril entrarían en los hábitos de lectura). En suma, ante esta carencia temporal, decidió limitarse a estas lecturas y empezó una lista (y con ello termina abruptamente el cuento):
-Dos docenas de cuentos de Borges.
-La enciclopedia británica (no la wikipedia).
-Una antología de poesía británica decimonónica.
-Un centenar de kaikus.
-Varios cuentos ancenstrales keniatas.
-Una edición prologada de textos de la Generación perdida.
-La obra completa de Jorge Guillén.
-La obra completa de Bolaño.
-Un libro de Cela (lo tacha).
-UN..
Aburrido del trabajo, dejándolo a medias, se tomó un bollo y se fue a dormir. Para qué pensar si cansa. La felicidad no es hacer lo que quieres, si no querer lo que haces, dijo el sabio.