Ante las figuras de cera todos hemos sentido una peculiar desazón. Proviene esta del equivoco urgente que en ellas habita y nos impide adoptar en su presencia una actitud clara y estable. Cuando la sentimos como seres vivos nos burlan descubriendo su cadavérico secreto de muñeco, y si la vemos como ficciones parecen palpitar irritadas. No hay manera de reducirlas a meros objetos.
LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE, ORTEGA Y GASSET