Quevedo

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PULSA SOBRE LA IMAGEN (GLOG)

viernes, 18 de febrero de 2011

Nuestro Santo Grial

José de Arimatea, oculto en el pozo, contempla su Santo Grial. Vive del aliento que este le proporciona, saboreando deseos de inmortalidad. La custodia del cáliz de Cristo se convierte al fin en un acto de egoísmo narcisista, retocado con un fetichismo peligroso. Su Grial construye el culto al recuerdo, como el Asiento Peligroso, como la imagen del Mesías perdido. El Grial, el deseo de la inmortalidad y de la luz imperecedera. El Grial con el que sueñan Galahad, Perceval y tantos otros. El Grial que algunos buscan en un trabajo seguro, en una vivienda digna, en una esperanza de bienestar y vejez tranquila, en un entorno de respeto, en un billete en el bolsillo. El Grial que puede (debe) estar en las pequeñas (grandes) cosas. Como vosotras, Rosa y Ariadna. Mi Grial.