La masa es una   matriz de la que  actualmente surte, como       vuelto a nacer, todo   comportamiento consabido frente á las obras  artísticas.       La   cantidad se ha convertido en calidad: el crecimiento masivo del  número         de participantes ha modificado la índole de su participación. Que    el       observador no se llame a engaño porque dicha participación    aparezca por       de pronto bajo una forma desacreditada. No han   faltado los que,  guiados       por su pasión, se han atenido   precisamente a este lado superficial  del       asunto. Duhamel es entre   ellos el que se ha expresado de modo más       radical. Lo que  agradece  al cine es esa participación peculiar que       despierta en  las masas.  Le llama «pasatiempo para parias,  disipación       para  ¡letrados,  para criaturas miserables aturdidas por sus  trajines y        sus  preocupaciones..., un espectáculo que no reclama esfuerzo   alguno, que        no supone continuidad en las ideas, que no plantea  ninguna   pregunta que no       aborda con seriedad ningún problema, que  no  enciende ninguna  pasión, que       no alumbra ninguna luz en el  fondo  de los corazones, que no excita  ninguna       otra esperanza a  no ser  la esperanza ridícula de convertirse un  día en       «star» en  Los  Angeles».
LA OBRA DE ARTE EN LA ÉPOCA DE LA   REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA 
 
